sábado, 23 de junio de 2012

Exhortaciones de los padres aztecas a sus hijos


"Hijo mio, te preparas a volar por el mundo, sin que nos sea dado saber por cuánto tiempo nos concederá el cielo el goce de la piedra preciosa que en ti poseemos; pero sea lo que fuere, procura tú vivir rectamente. Reverencia y saluda a tus mayores y nunca les des señales de desprecio. No estés mudo para con los pobres y atribulados; antes bien date prisa a consolarlos con buenas palabras. Honra a todos, especialmente a tus padres.

No te burles, hijo mío, de los ancianos y de los que tienen alguna imperfección de su cuerpo. No vayas a donde no te llaman, ni te inmiscuyas en lo que no te importa.

Cuando alguno hable contigo, óyelo atentamente y en actitud comedida.

No comas aprisa, ni des señales de disgusto si algo no te agrada. Si a la hora de comer viene alguno, parte con él lo que tienes.

Cuando andes, mira por donde vas para que no te tropieces con los que pasan. Si ves venir alguno por el mimo camino, desvíate un poco para hacerle lugar.

Cuando te den alguna cosa, acéptala con demostraciones de gratitud. Si es grande, no te envanezcas; si es pequeña, no la desprecies. Si te enriqueces, no te insolentes con los pobres ni con los humildes. Vive del fruto de tu trabajo, porque así te será más agradable el sustento.

No mientas jamás. Cuando refieras a alguno lo que otro te ha contado, di la verdad pura sin añadir nada. No hables mal de nadie. Calla lo malo que observes en otro, si te toca corregirlo.

No hurtes, ni te des al robo; pues serás el oprobio de tus padres. Si eres bueno, tu ejemplo confundirá a los malos. Nada más, hijo mío; esto basta para cumplir las obligaciones de hijo. Con estos consejos quiero fortificar tu corazón. No los desprecies ni los olvides, pues de ellos depende tu vida y tu felicidad."(1)

(1) Hernández Ruíz, Santiago, Curiosidades y ejemplos, Fernández editores, México, 1966, pp.  52 y 53

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